Mensaje Mensual
de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos
Febrero 13, 2008
“Mis
pequeñas criaturas, hoy, en este día, vuestra Madre Celestial os quiere hablar
de algo muy importante para que vosotros lo gravéis en vuestros corazones, en
esos corazones que muchas veces son tibios, en otras veces son fríos y
calientes como los quiere Jesús. Vosotros
tenéis que recordar cuando Jesús les decía a los apóstoles, ‘A Mí me
gusta que sean fríos o calientes, porque los tibios Yo los vomitaré.’
Los tibios son los que están en una cerca para saber en donde está la
verdad y donde esta la mentira. Cuando
entienden, cuando reciben la verdadera señal, entonces es cuando viran y creen,
pero ya no es por fe sino porque ven, ven el milagro realizarse.
“Os
quiero decir, pequeños Míos, que en este día o en estos días, se está
predicando en todo los Santuarios, en todas las iglesias con vuestros sacerdotes,
lo que son los cuarenta días de retiro de Jesús en el desierto para ser
tentado por la malignidad. Él, que
es el Dios de dios, Unigénito, quiso probarse así mismo que como ser humano
podría ser tentado. Todos, todos,
en algún momento, somos tentados por la malignidad porque ella camina junto,
junto a la Verdad camina la malignidad. Recuerden
que son dos caminos, el de la Luz y el de la oscuridad.
Aquel que se arrima a la Luz siempre estará con Jesús, aunque vosotros
no lo veáis y vuestra Madre Amantísima muchas veces hará que pequeñas
criaturas, como la que os habla, puedan recibir misiones y dar testimonio de la
Verdad, esa Verdad que hoy muchos callan, unos por no perder, por no perder la
fe en la Iglesia. Pero que al dudar
ya la están perdiendo y al no entender lo que esta escrito, hasta los mismos
que Dios eligió y escogió a llevar Su Palabra, también tropiezan y caen y son
tentados por la malignidad. Jesús,
Mi Amado Jesús, fue tentado en el desierto cuando el maligno se le acercó y le
dijo, ‘Si eres el Hijo de Dios, convierte esas rocas en alimento y aliméntate
de ellas.’ Jesús les dijo, ‘No
sólo de pan vive el hombre, sino de la Palabra del Padre.’ Lo
tentó en tres ocasiones; lo mandó a que se tirara de la montaña para que Sus
ángeles lo recogieran y Jesús le decía, ‘Apártate satanás, no tentéis a
vuestro Padre.’
“Todos
los hombres son tentados, pequeños Míos, en algún momento por Satanás, que
esta tratando de llevarse a todos aquellos que caminan en la Verdad, que caminan
con el Bien Amado. Recordad que os
he dicho muchas veces que los tiempos, en estos tiempos donde se celebra o se
conmemora o recordáis que son los cuarenta días que Jesús estuvo sufriendo en
el desierto por cada uno de vosotros, por cada uno de los seres humanos que están
en el mundo. Vosotros sabéis que se
acerca la Justicia Divina para el hombre porque está escrito y escrito está;
que se cumplirá cada una de las Palabras que están escritas en las Sagradas
Escrituras; allí está la Verdad. Para
el que quiere entender, allí está la Verdad.
“Estos
son tiempos de recogimiento, tiempos de observación, tiempos de meditación,
tiempos de caridad, unos con otros podéis hacer la caridad, tiempos de oración,
de enseñar a orar a las criaturas que no saben.
Cada vez que vosotros regaláis un rosario a una criatura y la enseñáis
a orar, recibe trescientos cincuenta indulgencias para sus vidas, pero el hombre
le da pena orar. Recordad lo que
vuestro Padre Celestial os dice: Hombres, mujeres y niños – el hombre no
quiere mirar las señales de los tiempos y no quiere acercarse al Santísimo
Sacramento, que es donde está Jesús esperando por cada uno de vosotros para
que arrepentidos y humillados ante Él, confeséis vuestras necesidades,
vuestros pecados, vuestros sufrimientos. Allí
Él os escucha y siempre está esperando, pero siempre está sólo, oculto,
cuando debe estar en el Santuario, en el Tabernáculo, allí en la Mesa de
Consagración, no tocado por mujeres, ni por hombre que no sea sacerdote para
toda la vida.
“Pequeños
Míos, estos son días de sufrimiento; todos los pueblos se revuelcan en su
propio lodo. Nadie quiere escuchar a
Dios, nadie quiere mirar que se acercan los tiempos más difíciles para la
humanidad porque vendrán desastres que ninguno de vosotros lo imagináis, y se
está derramando en todo el mundo, no en un sólo lugar, para que no tengáis
tiempo de ir a socorrer a un grupo. No,
en todas partas del universo se está derramando Justicia, lo que vosotros llamáis
castigo. Pero no es castigo, es
Justicia por la maldad del hombre que se aferra al vicio, a la droga, al
alcohol, a la gula, no sólo la gula de alimento sino la gula de ambiciones de
poder, de desprecio a los más necesitados, de desprecio a aquellos que sufren
en una cama incapacitados, olvidados por sus seres más queridos.
“Cuando
vuestra Madre termine de hablaros, tocaré a las puertas de cada uno de vosotros
a través de las Sagradas Escrituras. Vosotros
habéis escuchado el Mensaje que os he dado en esos Misterios que ella os leerá
después [San Mateo,
Capitulo 24, Versículos 1-44].
Este Misterio es para tocar en cada corazón, a tiempo y a destiempo,
para que entendáis que la Venida del Señor nadie lo sabrá, ni los ángeles, sólo
Dios, y os encontrará en aquellas cosas que vosotros nos imagináis.
Vendrá como ladrón en la noche. Orad
que no sea así y porque no sea en invierno, porque si no fuera por los elegidos
que en todas las apariciones Marianas a quienes Vuestro Padre Celestial os habla
a través de vuestra Madre no quedaría ni uno sólo de la humanidad. Él no
quiere que sea así, pero Él os sorprenderá.
“Vuestra
Madre os aparece en todas partes, en toda parte da señales de Su existencia y
de Su Hijo Amado, y en esos lugares será donde Maria, junto al Bien Amado
escogerá a Sus verdaderos pastores, aquellos que no niegan la Verdad, para no
hacer sentir miedo a su congregación. No,
allí Jesús pondrá nuevos pastores para que sirvan en esos grandes Santuarios
donde hoy existe la riqueza, pero no la caridad.
Jesús siempre os ha dicho, ‘Vendré como ladrón en la noche, os
sorprenderé y aquel que no haya tenido tiempo de arrepentirse, no recibirá el
perdón, ni la absolución. Es
necesario que acudan a los Santuarios en masa a confesar, a comulgar, a recibir
el Cuerpo del Bien Amado en vuestra boca y no en vuestras manos y doblando
rodillas; aunque el sacerdote no queráis, vosotros tenéis que hacerlo.
“Jesús,
Mis pequeñas criaturas, está en cada ser humano, caminando con vosotros,
esperando que vosotros abráis los ojos y miréis hacia los lados y así podréis
verlo ante vosotros. No entendéis
ese Misterio que os dará en los Últimos Tiempos; se dará visión a todos los
hombres, a cada niño, a cada anciano. No
esperéis vosotros que en las iglesias que hay en el mundo, escuchareis de
vuestros sacerdotes esa Verdad. Ellos
mismos tienen miedo de decir la Verdad. Por
eso es que hay tantos y tantos jóvenes, tantos ancianos, tantos niños
abortados, asesinados, abandonados, no deseados que a veces no los dejan nacer. Es
porque el sacerdote que os deje, como pastor de la Iglesia para guiar el rebaño,
lo han dispersado. Vuestro Padre
Celestial que es Jesús y que es Espíritu Divino, Encarnado en Él, os dijo,
‘Yo no hice el mundo para terminarlo sino para que el hombre se regocijara.’
Recordad siempre que la fe viene
junta con la caridad y el hombre que no es capaz de volver los ojos a cada lado
y solamente mira hacia adelante y no mira a los infelices que están a cada uno
de vuestros lados sino tiene caridad de nada le sirve, pequeños Míos. Por
eso, vuestra Madre llora sangre en todas partes del mundo y Jesús, Jesús de
Nazaret, que siendo el Rey, nació en un pesebre para demostrarle al hombre que
en la caridad y en los pobres, allí está Él.
“Os
bendigo, pequeños Míos y os pido oración, no por vosotros ni vuestra familia
solamente sino por los que vosotros no conocéis.
Recordad que en cada miserable de la tierra, en cada pobre, en cada
enfermo, allí está el Rostro de Jesús y que si vosotros no sois capaces de
tener compasión de los que a vuestro alrededor están, no podréis recibir
también esa compasión de Jesús. Recordad
que Él es Amor, pero también es Justicia y que Él todo lo da, pero también
todo lo quita.
“En
el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Os bendigo, amados Míos. Amen.”