Mensaje Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos

Febrero 13, 2007

 

“Mis pequeños, Vuestra Madre Amantísima os da desde lo más profundo de Su Corazón una bendición a través del Bien Amado.  Recordad, vosotros que es Él, el que Me trae para llevar a cada uno de vosotros el Mensaje que Él desde lo más profundo de Su Corazón, os quiere dar a cada uno de vuestros hijos.  No creáis vosotros que Vuestra Madre en este día está feliz, no, no está feliz.  Vuestra Madre Amantísima no está feliz, Su Corazón está lleno de tristeza por cada golpe que Sus hijos le dan a Su Inmaculado Corazón.

Mi Amado Jesús tiene Su Brazo levantado.  Es un Brazo levantado al infinito, donde no hay tiempo ni hora; donde el tiempo está gobernado solamente por el Espíritu Divino de Dios.  Esa Mano Bendita, amada, está llena de ira y por más que Vuestra Madre trate de ocultar las aberraciones que Sus hijos en el mundo cometen, no sólo con los hermanos en la fe, sino también en la Sagrada Eucaristía. Durante  mucho tiempo Jesús ha dejado que Vuestra Madre venga guiada por el Espíritu Divino que es Él. Vosotros no entendéis que el Espíritu Divino registra en cada uno de vuestros corazones, lee en ellos. Muchas veces, la pequeña os ha dicho  que Dios tiene un retrato de cada uno de vosotros en Su Corazón y os conoce verdaderamente como son.  Sólo que Él les da la oportunidad de rectificar cuando cometen unas de las aberraciones más grandes que pueda haber en el corazón del hombre: la lengua, la maledicencia, la envidia. Por envidia, crucificaron a Jesús, Mi Bien Amado.  Lo entregó uno de Sus seguidores.  Si se hubiera arrepentido aquél que lo entregó, El Bien Amado lo hubiera perdonado a pesar de  estar muriendo en la Cruz; Mi Amado Jesús lo hubiera absuelto de sus pecados.

El Espíritu Santo, pequeños Míos, es el que guió a través de todo el Antiguo Testamento a los grandes Profetas de la historia.  En aquel tiempo, no existían los adelantos de hoy  para escribir los grandes mensajes que a los Profetas les daba Dios. Pero existía el papiro y cuero de las ovejas que mataban para agradecer a Dios y consagraban a todos los que caminaban con Él.  Todo quedaba escrito con pequeñas plumas de aves. Ellos sabían cómo dejar escrito el Antiguo Testamento. 

En el Nuevo Testamento, el Hijo de Dios hecho Hombre, a través del Espíritu Santo, entró en el Vientre virginal e Inmaculado de vuestra Madre Amantísima, la Virgen María, como Espíritu Divino y como Espíritu Divino, salió, haciéndola Madre de aquella Eucaristía viviente, que es Jesús.  En andas caminaba vuestra Madre llevando en Su Vientre Virginal, aquella pequeña Criatura que sería la Luz que iluminaría al mundo, para que los hombres pudieran caminar siguiendo esa Luz. En ese tiempo, vuestro Padre Celestial, engendrado en el Vientre de Vuestra Madre, para ser Fruto Bendito que al morir en la Cruz se convirtió en la Sagrada Eucaristía, para que  vosotros pudierais arrepentiros de cada cosa mala que pudierais vosotros tener en vuestros corazones.  Por medio de aquella Eucaristía, lo llevarían aquel mundo antiguo y a este mundo moderno de hombres negadores de la verdad, apóstata. ¿Saben vosotros, Mis pequeños, que quiere decir la palabra apóstata? Os lo diré: Apostatas son aquellos que conocieron la Luz, se bautizaron en Ella y después se alejaron y abrazaron otros cultos religiosos que nada tienen que ver con el Bien Amado. 

El hombre de hoy no resiste oír hablar de Dios, ni de Jesús, ni de Maria.  Hasta las columnas que soportan los templos del Bien Amado se derrumban.  Ellos, han apartado de los Santuarios a los santos, aquellos que verdaderamente sacrificaron sus vidas en aras de Jesús, siguiéndoLo  y haciendo que, los que no Lo conocieron, guiados por ese Espíritu, proclamaran la verdad de lo que está escrito hoy en esas Sagradas Escrituras y que el hombre se atreve a cambiar a su antojo y a su conveniencia. Cuando un pastor, que conduce al rebaño del Bien Amado, niega la existencia y retira de los santuarios aquellos santos venerados por toda la humanidad, también está alejando y negando a Jesús en la Sagrada Eucaristía.  Cuando el pastor que os dejé para guiar el rebaño, le da a los hombres el Sagrado Cuerpo en aquel Pan, no hablo del Vino y de La Sangre, que ahora se da a ciertas y determinada criaturas, se lo dan a los hombres en las manos, ya están profanando el cuerpo del Bien Amado, Cuando lo reciben por mujeres que tienen el periodo menstrual, sangre impura que sale de sus cuerpos; por aquellos que ayudan en el Altar y que están casados y no están consagrados exclusivamente al servicio del atrio y del sacerdote, están aberrando la verdad de lo que esta escrito. Solo los sacerdotes, como llaman hoy a vuestros pastores, son los únicos que tienen sus manos consagradas para dar el Sagrado Cuerpo del Bien Amado, sólo ellos. El hombre debe de arrodillarse frente a Ése Sagrado Pan, para poder ser santificado por el Cuerpo y la Sangre de Jesús. 

Sabéis vosotros que la Ira de Dios caerá sobre los hombres, y ellos, llenos de horror y de vergüenza, correrán sin encontrar un lugar donde poder orar.  Por eso, vuestra Madre siempre os ha dicho, ‘Arrimaos al Santuario consagrado a Jesús, a las grandes apariciones en el mundo entero que hay de vuestra Madre Amantísima que permanecerán abiertas para el refugio de aquellos que, arrepentidos y con la cara roja de vergüenza, llegarán a arrodillarse ante Aquello que un día negaron y Que no creyeron.’ 

Jesús seguirá mandando las grandes señales; en el cielo, en el viento, en el mar, que recuperará todo lo que el hombre le ha quitado.  Seguirán los deslaves de tierra en todas partes. Seguirán los volcanes despertando, avisando al hombre que pronto su ira se desatará sobre su pueblo.  

Orad, orad por todos los visionarios del mundo entero, que son los que traen hoy los mensajes del Padre Celestial a través de Su Hijo Amado y de vuestra Madre Amantísima.  Acercaos con amor donde esta Él, en la  Eucaristía.  Recordad siempre, no pongan vuestras manos sino abrid vuestras bocas y doblad vuestras rodillas  para recibir la Eucaristía para que no sigan ofendiendo al Bien Amado y Él tenga compasión de vosotros. 

Vuestra Madre no puede sostener el Brazo Justiciero de Jesús.  Orad, pequeños Míos, sólo os queda la oración.  Recordad que hay tres cosas muy importantes donde Dios se glorifica: la Fe, la Esperanza y el Amor con Caridad.

Os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  Pequeños Míos, os amo.”