Mensaje
Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos
“Mis pequeñas criaturas, en vuestros corazones,
tenéis que bendecir todo el tiempo a la Santísima Sangre de Jesús y al
Inmaculado Corazón de vuestra Madre Amantísima por daros la oportunidad de
poder recibir en vuestras vidas el misterio de las revelaciones que os da el
Bien Amado através de las pequeñas criaturas que desconocen verdaderamente el
camino que hay que seguir para poder llevar el Mensaje del Amado Jesús a cada
uno de vosotros.
Bendecid cada día en cada uno de vuestros corazones,
todo el sufrimiento que el Bien Amado tuvo que padecer, no solo cuando llegó al
mundo sino cuando fue crucificado en el Altar del Sacrificio por amor a vosotros.
Cuando vosotros fuisteis bautizados, ahí Jesús, el
Bien Amado, os puso nombre y a cada uno de vosotros os llamará por el nombre
que Él en ese bautizo os dio.
Vosotros
no sabéis lo que significó en aquella oportunidad cuando vuestra Madre Amantísima
os presentó y lo ofreció en Sus Brazos a aquellos pastores que eran los
grandes maestros de la Ley y que habían en aquellos grandes santuarios, en
aquellos templos en el mundo. Aquellos
que revistiéndose de soberbia en aquella oportunidad y en aquellos tiempos
negaban verdaderamente el nacimiento del Bien Amado.
Allí en aquel templo donde María, vuestra Madre, os
presentó y os ofreció al infante como la Luz que había llegado al mundo para
traeros esa luz para que vosotros no vivierais en la oscuridad.
En aquella oportunidad vuestra Madre sabia que al presentároslo como Luz
del mundo seria la Luz que iba llegar a todo ser humano en la vida, y que
caminaría con cada uno de vosotros en vuestros corazones, sin embargo el hombre
todavía hoy no reconoce el advenimiento de Jesús al mundo como Luz que os
guiaría para poder dar testimonio
de la grandeza de Su Misericordia.
María,
lo mismo que dijo si cuando el ángel Gabriel anunció que traería al mundo la
Luz, y que Dios se regocijaba en Ella como la Sierva del Señor, aceptó aquel
regalo que Dios le había hecho a Su virginidad.
Hoy, el hombre no deja que la mujer conserve esa virginidad para regalársela
en un acto de amor cuando vais al matrimonio; ese regalo era el que daría cada
mujer a cada hombre. Hoy, no respeta
el hombre en su generalidad la virginidad como la respetó Dios cuando se
engendro en María en un acto de amor, en una Luz que penetraría en Su Vientre
Virginal y allí se convertiría en Carne y Ella llevaría en Su Vientre esa
Sagrada Eucaristía convertida en Carne.
Él padecería en la Cruz, moriría en Ella, y se convertiría en
Espíritu para que cada uno de vosotros fuereis salvos a la hora de la redención.
Cada uno de vosotros tenéis que llegar a ella, a la redención o la
condena eterna.
Los eruditos de la Ley no respetaron la Luz, no
caminaron en la Luz, y no aceptaron la Luz de aquel que fue presentado en el
santuario. Todavía el hombre de hoy
no reconoce esa Luz. Por eso es que
todavía seguís viviendo en las tinieblas, y os sigo diciendo, preparaos,
preparaos para todas las tribulaciones que vendrán para el hombre por
desobedientes y apostatas, porque después de conocer la Luz no sois capaces de
dar testimonio de ella en el mundo ni delante de los pastores de hoy.
Esos que leen las sagradas escrituras pero que todavía no creen
verdaderamente lo que esta escrito porque para ellos esta negada la revelación
divina.
Cuando
cada uno de los pastores oran encomendándose al Espíritu Divino de Dios,
reciben la bendición del Espíritu para consagrar esa Sagrada y pequeña
Eucaristía que se convierte en la Sangre y el Cuerpo del Bien Amado para que al
vosotros tomarla por el pastor podáis ser reivindicados cuando lleguéis a la
presencia de el Maestro. El
verdadero pastor que condujo a su rebaño a través de todo el tiempo en la
antigüedad y todavía hoy aquel que lo reconoce seguirá recibiendo la
presencia espiritual del Bien Amado en vuestros corazones. Todo
aquel que justifique delante de los demás al Bien Amado, seréis vosotros también
justificados ante el gran Sacerdote, que es Jesús.
Vuestra Madre siempre os viene advirtiendo, caminad,
Mis pequeñas criaturas, de la Mano de Jesús.
Testificad delante de los demás que Él es el Salvador, que vosotros lo
habéis recibido en el bautismo por esos pastores que hoy no saben conducir al
rebaño y lo desvían del camino, para abrazar otros cultos religiosos que nada
tienen que ver con el Evangelio de Jesús.
Grandes acontecimientos vendrán y vosotros decís:
La Madre Amantísima solo viene a traer temores al hombre, no Mis pequeños, no.
Vuestra Madre Amantísima os trae el Mensaje de vuestro Padre Celestial a
cada uno de vosotros.
Cuando
vosotros recibís el Cuerpo y la Sangre de Su Hijo Amantísimo, cada uno de
vosotros recibís la Santísima Sangre de aquel que murió en la Cruz para
salvaros a cada uno de vosotros que verdaderamente camináis con Él. Recordad,
Dios es Quien manda la Justicia para cada uno de los hombres y vosotros recogeréis
lo que cada uno sembráis, pero cuando escuchéis la Voz del Padre, vosotros la
reconoceréis. Donde quiera que
vosotros os escondáis, ahí estará Jesús de la Divina Misericordia.
Él vendrá a cada uno de vosotros y os tocará en cada uno de vuestros
corazones, para que despertéis verdaderamente y deis testimonio de que el Padre
Celestial es Quien ayuda a cada uno de vosotros. Él
os conduce en el Camino del Amor a través de cada Mensaje que os trae vuestra
Madre a cada uno de vosotros y que lo escondéis en vuestras habitaciones donde
dormís y no ratificáis la Verdadera Justicia que trae Dios para cada uno de
vosotros.
Recordad que estáis en el tiempo donde el
Apocalipsis se os revelará en muchas formas en cada una de las manifestaciones
que os traerá vuestra Madre Amantísima y vuestro Padre Celestial a cada uno de
vosotros. Recordad, Mis pequeños,
que donde estéis cada uno de vosotros que camináis en la Luz, vuestro Padre
Celestial os ayudará a salir del camino de la oscuridad y os traerá al Camino
del Amor, al Camino de la Justicia, al Camino de la Verdad y cada uno podréis
dar testimonio a todos los demás, y justificareis ante vuestro Padre por Jesús,
aquel Jesús que crucificaron en la Cruz.
Solo Dios
puede dar el Evangelio a través de las Sagradas Escrituras, no de las que están
cambiadas, sino las de los tiempos pasados, las que escribieron los apóstoles,
a través de revelaciones verdaderas con el Espíritu Santo cuando se reveló en
la gruta donde vuestra Madre estaba orando con los apóstoles en aquel tiempo,
quienes fueron llamados a traer la Verdad.
Recordad, Mis pequeñas criaturas, que vuestra Madre
Amantísima os aparecerá en muchas partes del mundo a traer a Sus hijos de
todas partes, del Norte, del Sur, del Este y del Oeste, os traerá para reuniros
a todos en un solo Evangelio, en una sola fe, en una sola Iglesia, que son cada
uno de vosotros cuando recibís el bautismo por los pastores que os dejé,
quienes tendrán también que enderezar el Camino.
Vuestro
Padre Celestial no quiere ver a Sus pastores encerrados en urnas de oro, sino
llevando el Evangelio como aquellos apóstoles de la antigüedad llevando el
Evangelio, bautizando, imponiendo las manos y haciendo sanación en el Nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para que cada uno de vosotros seáis
salvos en la fe. Tenéis que
recordad siempre que la fe es más
grande que la obediencia, y que a veces se cometen muchos errores en nombre de
esa obediencia, pequeños Míos, por obedecer al hombre y no a vuestro Padre
Celestial.
Orad, orad, todos unidos en vuestros hogares, en
todos los lugares de apariciones, en las grandes iglesias donde verdaderamente
se respeta y se venera el Cuerpo y la Sangre de vuestro Amado Jesús.
Recordad que la oración es la que salva, purifica y engrandece la fe de
cada ser humano. Recordad que todo
lo que vuestra Madre os ha dicho en este pequeño lugar, está escrito y
se cumplirá todo lo que escrito está.
Grandes y muchos rostros de traidores a la verdadera fe cristiana se
descubrirán en el mundo y caerán como rocas guiadas por el Poder de la
Justicia de vuestro Padre Celestial.
Os
bendigo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amen.”