Mensaje Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos
Abril 13, 2008

                Mis pequeñas criaturas, este día sería un bonito día para vuestra Madre, día de celebración, día de júbilo, día de satisfacción, pequeños Míos.  Cada vez que vengo a visitaros, veo rostros nuevos que vienen a este lugar.  No creáis vosotros aunque lo veis pequeño, es grande ante los Ojos de vuestro Padre Celestial. 

Pequeños Míos, Mi Corazón sufre; llora amargamente por todas las criaturas que han partido, que definitivamente se encuentran en presencia del Padre Celestial.  Vuestra Madre sufre amargamente a pesar de que allá arriba no hay sufrimiento, pero vuestra Madre sufre por cada lágrima que derramáis en ese mundo convulsionado en que vosotros vivís, lleno de ambiciones, de maldad, de aberraciones sexuales, de apostasía.  Muchas criaturas que han recibido a Jesús en sus corazones al ser bautizados se han arrepentido y después se han alejado del Eucarístico Corazón de Jesús. 

Vuestra Madre sufre pequeños, sufre por vosotros, sufre por el mundo.  Vosotros no sabéis cuánto vuestra Madre aguanta la Mano de Su Hijo Amado para que no caiga a ninguno esa verdadera Justicia que se derrama sobre el mundo pero vuestra Madre no puede aguantarle ya la Mano a Jesús.  La copa está repleta, el cáliz está lleno y se desborda.  

El Sagrado Corazón de vuestra Madre Amantísima, al ver a la Eucaristía sangrar, llora por cada uno de vosotros porque no os arrepentís de todo el daño que le hacéis al mundo, al mundo que Dios os dio para que vosotros os regocijarais. 

Todos Mis hijos están envueltos en unas guerras parricidas donde se matan unos a otros por un poder que ninguno puede tener por que aquel que abraza a la malignidad no puede tener paz, no puede tener avance en esa sociedad y en esa familia; porque todo cae bajo la maldición de aquel que está excomulgado. Todos aquellos que abrazan al anticristo están excomulgados para siempre, porque no tendrán tiempo de arrepentirse por todo el daño que les hacen a sus pueblos, a sus países, a sus ciudadanos, que son los hijos que Jesús entregó a vuestra Madre Amantísima.  No puedo aguantar la Mano Poderosa del Bien Amado que seguirá cayendo, hasta que caiga el último anticristo de este mundo en que vosotros vivís. 

Orad, pequeños Míos, grandes acontecimientos se acercan para el mundo y para el hombre.  Los ojos de todas Mis criaturas se engrandecerán, por el asombro que causarán los acontecimientos que pasarán en el mundo. 

Hay una bestia gobernando lleno de la malignidad y de baba rabiosa que brota de su boca.  Cada vez que él os dirige una  palabra, se derrama el cáliz de la maldad (no del Corazón de Jesús), y esa maldad envolverá a muchos pueblos, pero yo os prometo que Mi Inmaculado Corazón triunfará en cada uno de ellos.  La bestia será pisoteada, su cabeza será destruida y entonces se conmemorará un tiempo de paz y un tiempo de amor donde Mis hijos volverán a los Santuarios a orar ante el Santísimo Sacramento, que es donde está Mi Amado Jesús.  Ahí encerradito en un pequeño Pan que fue el único Pan que dejó Jesús para salvar cuerpo y alma.   

Orad, porque aquellos adoradores de la malignidad doblen rodillas para que sus gobiernos sean destruidos en su propia maldad.  Sabéis vosotros cómo la tierra se está tragando toda la malignidad, pero también se traga los alimentos que el hombre necesita para sobrevivir.  Os he advertido sobre esto en muchas ocasiones.  Cada vez que vuestra Madre se os aparece y que no todo el mundo la ve por que es un espíritu de luz que nadie podrá ver ni tocar, a no ser que vuestro Padre Celestial os de el regalo de ese amor.  

Va a haber escasez de alimentos, la leche va a ser contaminada y muchos de los productos derivados de la leche serán alterados.  Las grandes cosechas de alimentos que hay para el pueblo serán comidas por la plaga que hay en el mundo para destruirlas, para hundir a la humanidad en el llanto, en la miseria y en el dolor.

Vosotros, pequeños Míos, tened  fe, orad, regocijados orándole al Eucarístico Corazón de Mi Amado Jesús que está aquí, aunque vosotros no lo veáis, está junto a vuestra Madre.  Un día vendrá, en que cada uno de los seres humanos que invoque el Nombre de Jesús, Él se os dará a conocer.  

Muchas criaturas fueron elevadas.  Ese es uno de los primeros raptos que ocurre en la humanidad cada vez que ocurre un desastre de esa naturaleza provocada por el hombre, por el maltrato que le da a esa naturaleza que Dios dejó para el regocijo de todos y que el hombre se encarga de destruir en muchas partes para que haya escasez y poder encarecer los alimentos que vosotros lleváis a vuestras bocas.  Cuando eso ocurre, Dios deja caer Su Mano Poderosa y Él la destruye para quitarle al hombre su poder de destrucción. 

 Estad atentos, pequeños Míos, a las señales del cielo.  El cielo sigue dando señales para que vosotros os arrepintáis y para que se conviertan de corazón, para todos esos países donde hoy las criaturas se revuelcan en guerra, en lascivia, en drogadicción, en criminalidad, matando niños y mujeres inocentes.  Orad para que Dios mire con ojos de piedad a esos pueblos rebeldes que no quieren caminar en la Luz.

Vosotros, todos los que estáis hoy aquí, vosotros veréis lo que viene para el hombre.  Preparaos en oración.  Orad por vuestros pueblos, por vuestros dirigentes, por vuestros gobernantes para que reine un tiempo de paz en esta humanidad corrupta y apóstata.  Orad por la Iglesia, ni siquiera los pastores que os dejé, no todos creen en el significado del verdadero Misterio del Eucarístico Corazón de Jesús, no creen en ese Misterio donde Jesús entregó y derramó Su Sangre por cada uno de vosotros para perdonar vuestros pecados. 

Orad, orad a tiempo y a destiempo.  Cada oración, cada Rosario que vosotros oréis, puede detener las profecías si lo oráis con verdadera fe y con verdadero amor.

 Jesús y Maria, Maria y Jesús, son uno Solo y caminan juntos los dos desplegando misericordia, destruyendo los lugares donde se venera al anticristo, sí, se llevan a inocentes, pero para que no vean lo peor.  Jesús es Espíritu, pequeños Míos, es un Espíritu que se mueve y que toma Cuerpo cuando quiere que algunos de vosotros lo veáis.  Vuestra Madre Amantísima es igual, es Espíritu, ni siquiera la pequeña criatura [Rosa] puede tocar ese Espíritu porque sus manos se hunden dentro de ese Cuerpo Espiritual que manifiesta Su Gloria cuando aparece. 

Abrazad vosotros al Eucarístico Corazón de Jesús.  Eucaristía, significa dar gracias y es donde está la vida, está el Cuerpo, Sangre y Agua de Jesús.  En cada pedacito de Eucaristía que vosotros ingerís es donde se celebran las adoraciones al Sagrado Sacramento del Altar y se venera a vuestra Madre. 

No os cansaré más.  La pequeña criatura os distrajo bastante rato y explicó bastantes cosas que vuestra Madre le iba susurrando.  Es verdad que vuestra Madre la hace pasar por diferentes momentos para probarla, pero me sonrío cuando ella sale adelante.  A ella [Rosa] le esperan sufrimientos en el pequeño lugar donde va [en Ecuador], pero vuestra Madre estará con ella y vosotros estaréis orando para que ese lugar que se va a consagrar al Eucarístico Corazón de Mi Amado y al Inmaculado Corazón de vuestra Madre sea para la gloria y honra de Su Santa Iglesia y de Su Nombre.

Orad por los sacerdotes ya que muy pocos son los que no están contaminados con la malignidad, ellos son los más perseguidos por el maligno por que están cerca del Eucarístico Corazón, de la Eucaristía y son tentados continuamente haciéndoles no creer, haciéndoles dudar, son perseguidos por verdaderamente creer en Dios, y son perseguidos por que Dios les da el privilegio de verlo; orad por ellos. 

Llegará el momento en que vosotros no tendréis donde ir a orar.  Haced cada uno, en vuestros hogares, una pequeña capilla dedicada a Él y Su Espíritu Divino a través de vuestra Madre. 

Os bendigo, pequeños Míos, pero antes de retirarme completamente mientras que el Rosario continúe os seguiré bendiciendo y tocando a cada una de las pequeñas criaturas, y os diré si tenéis fe recibiréis porque Él dice: ‘Venid a Mi porque tenéis fe, porque queréis ser salvos.’ 

En el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén.”