Mensaje Mensual de Nuestra Madre Amantísima para
todos sus Hijos
Junio 13, 2006
“Mis pequeñas criaturas, cuánto gusto siente
vuestra Madre Amantísima cuando vosotros oráis con tanto placer estos
Misterios del Rosario, donde vuestra Madre glorifica al Bien Amado.
“La sierva del Señor piensa que puede gobernar los
Mensajes de la Virgen cuando dice que recibiría en alocución estos Mensajes.
Yo le tiendo trampas de amor para que ella los reciba sin que se dé
cuenta que verdaderamente estamos aquí. Ella
[Rosa] piensa: ‘Me va a hablar, me
voy a escuchar, voy saber lo que dice’, pero no sabe [Rosa] que vuestro Padre
Celestial es Quien gobierna su alma, su mente y las cuerdos vocales de ella para
que de nada se entere, para que sólo vuestra Madre os hable y os dé los
Mensajes que quiero que vosotros hoy escuchéis.
“Vuestra Madre, a través de Bien Amado Jesús, os
dice que Él os dio en el Bautizo el Espíritu Divino de Dios para que vosotros
estuvieseis llenos de ese Espíritu que os guardaría de cualquier peligro que
os amenace cuando camináis en la Luz.
“Dios os dice hoy que tenéis que caminar en la Luz
en estos días críticos de la humanidad, tenéis que revestiros con la Armadura
del Espíritu Santo para que os podáis protegeros de todas las acechanzas del
enemigo, que está también suelto en la humanidad, tratando de llevarse las
almas de las criaturas que Dios ha elegido para que caminen en todas las
apariciones de Maria. Vuestra Madre
os visita con frecuencia en todos partes del mundo para traeros a vosotros a Su
amor, a ese ágape de amor que Él os regaló en la Cruz.
“Se dio como un ágape, como un regalo, a cada uno
de vuestros corazones, como cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los apóstoles.
También les dio a ellos el poder de imponer las manos para que los
hombres recibieran las bendiciones y sanaciones que os traigo.
“Ellos [los sacerdotes] las tienen escondidas en
aquellas sotanas que tienen puestas donde ponen sus manos en vez de imponérselas
a los enfermos en los hospitales o en las casas.
Dondequiera que haya una aparición tiene que haber un sacerdote, un
pastor para que guíe el rebaño y para que le imponga sus manos, pero al no
estar ellos tengo que escoger a pequeñas criaturas que nada saben, que ninguna
sabiduría han recibido para que hagan aquello
que vuestros sacerdotes deberían de llevar a cabo.
“Hoy, la Iglesia, hijos Míos, está haciendo lo
mismo que hiciera en tiempos atrás: persiguiendo
a los verdaderos pastores que os dejé para guiar al rebaño, porque son Oblatos
de vuestra Madre Amantísima. Persiguen
a aquellos que dan Mensajes de amor, que imponen manos, que llevan estigmas,
estigmas reales que brotan de su cuerpo, y los estigmas invisibles que son de
vuestra Madre, aquellos que no se ven, pero que duelen igual que los que salen
hacia afuera. Los esconden los
sacerdotes; los persiguen y los maltratan para que no sigan el verdadero Camino
que Jesús dejó a través de ellos.
“Vuestra Madre os continuará diciendo a tiempo y a
destiempo que tenéis que hacer el Rosario meditado.
Meditad cada Misterio y vivid el momento de ese Misterio para que el Espíritu
Santo, como está haciendo en este momento, se derramé en cada uno de vuestros
hogares y de vuestras familias.
“Recordad que mientras vosotros caminéis en la
Luz, vuestra Madre continuará con vosotros en el mundo.
Pero cuando el hombre se acerque a la oscuridad, será el momento grande
en que Jesús tendrá que volver para poner en orden toda Su casa – todos Sus
santuarios y todas las iglesias que Él os dejó para que vosotros os refugiéis
en ellas, pero que las mantienen cerradas todo el tiempo y sólo es abierta
cuando van a dar los Evangelios, que también han sido cambiados.
“Hoy vengo contenta, a pesar de que Mi Corazón
arde de tristeza al ver tantos niños abusados, explotados, violados, asesinados
y tomados como rehenes en todas partes para satisfacer los gustos bestiales de
los hombres que caminan en la oscuridad, en las drogas y en el vicio del
alcohol.
“Vuestra Madre no sufre en el Cielo; sufre cuando
baja a la tierra y ve en los corazones de Sus hijos cómo muchos vienen, unos
por rebeldía y otros por averiguar si es verdad o si es mentira.
Para aquellos que vienen con estas condiciones, os digo que recibieres lo
que vosotros venís a buscar.
“Pero estoy feliz.
Mi Corazón está rebosado de felicidad porque la pequeña criatura tuvo
que salir, como los apóstoles, a predicar en otra
parte, en un lugar en donde verdaderamente se siente el Espíritu Divino.
En cada una de Mis pequeñas criaturas que visité ahí se manifestaba la
gloria de vuestra Padre Celestial. [Rosa recientemente regresó del Ecuador.]
Mi Corazón está contento, a pesar del dolor, porque
dejé sembrando en los corazones de las personas del país que visité y regresé
lo llené de amor hacia la Virgen, de amor hacia el Amado, de amor hacia la
Iglesia y hacia los verdaderos sacerdotes que cumplen el misterio del amor en
cada Misa, en cada Sagrada Eucaristía, pero también lastimado Mi Corazón,
porque se profana también en un lugar el Sagrado Cuerpo del Bien Amado.
Pero cuando se peca por ignorancia no se peca; cuando se peca cuando se
conoce la verdad, entonces se peca setenta veces.
[Empezó a llover.]
“Recuerden, no tengáis miedo, sentados, tranquilos.
Cuando finalice de dar el Mensaje, os impondré Mis Manos sobre aquellos
que están graves, y no será una bendición sino una imposición, para que
despierten al amor de Jesús.
“Recuerden que grandes acontecimientos se acercan
para la humanidad. Habrá muchos
desastres; se llevarán muchas vidas y se perderán.
Pero los que se salven será para la gloria y honra del Bien Amado.
No tengáis miedo y orad por los damnificados del mundo entero, por el
hambre, por la miseria, por los huérfanos de guerra, por los secuestrados
hombres, mujeres y niños, por la paz, no solo la paz en el mundo, sino la paz
en cada hogar del ser humano y en cada familia.
[En este momento, empezó a llover fuerte.]
“El Espíritu Santo se derramó sobre cada uno de vosotros.
Vamos a terminar. Entra en la
casa para imponer las Manos a los enfermos allá dentro.
“En el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén.”