Mensaje
Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos
Abril
13, 2005
“Mis
pequeñas criaturas, vuestra Madre Amantísima os quiere dar en este día todas
las bendiciones que Mi Bien Amado pone en Mis Manos para que vosotros os regocijéis.
Aunque vuestra Madre Amantísima sabe que vuestros corazones están
humillados y tristes por la perdida de un santo que caminaba entre vosotros y
que fue elevado a la presencia de vuestro Padre Celestial.
“Vuestra Madre os quiere decir que no lloréis por el buen Papa
que vosotros tenéis en el mundo, porque aunque se haya ido a la
presencia del Señor, permanece con todos vosotros en espíritu y verdad,
haciendo milagros más de los que hacia cuando estaba vivo.
Él está muy contento, porque está en la presencia del Padre Celestial,
poniendo en las Manos del Señor todas las bienaventuranzas que hizo con
vosotros mientras caminó en la tierra. Alegren
vuestros corazones y den gracias porque os dio una criatura en el mundo que
caminaba en la tierra sin poner los pies sobre ella.
Era un santo varón. Era un
santo que estaba con vosotros y muchos no se daban cuenta que aquel hombre
encorvado lleno de penas, lleno de dolor, pero lleno de fe para servirlos a
todos vosotros. Era un hombre de fe
que llevaba a los corazones de todas las criaturas la esperanza del amor, la
esperanza del sí a la vida, la esperanza del sí a la familia, la esperanza del
no a la envidia, a la soberbia, al orgullo, y a la maldad.
Él respiraba amor y perdonó a todos aquellos que trataban de
encaramarse por encima de Él para coger algunas de las luces que brotaban del
cuerpo del Buen Papa, del santo Papa. Desde
que cerró los ojos para abrirlos a la presencia del Señor, vosotros empezaron
a recibir los milagros que a través de Él os dará vuestro Padre Celestial.
Nadie podrá calzar las sandalias del Papa Bueno porque este sí fue el
Papa Bueno. Este sí predicó
verdaderamente el verdadero Evangelio, guiado por el Espíritu Santo y por la
Virgen, vuestra Madre Amantísima.
“Desde el momento en que vuestro Papa cerró los ojos, las pirañas que
existen alrededor tratarán de comerse todas las virtudes que Él os dejó.
Vosotros tenéis que orar para que el Espíritu Santo descienda a todos
los demás siervos que están obligados a caminar en el sendero de la Luz.
“Hoy también os quiero hablar de otro santo varón que partió para
sentarse a la derecha del Padre. Lo
voy a nombrar porque muchos también ignoran el privilegio que tenían con el
Padre Villaronga. Él dedicó su
vida a convertir a los hombres, a juntar a los matrimonios mal llevados y
desunidos. Sembró la semilla del amor en la familia.
Trabajó mucho para la felicidad en todos los hogares.
“Mis
pequeñas criaturas, vosotros creéis que los buenos se van y los malos quedan.
Por eso, os quiero decir que en este Misterio del Reconocimiento de la
Iglesia Verdadera [la Presentación del Niño en el Templo], fue presentado Mi
Amado Jesús para que se abriera la Luz a todos los que caminan en el Sendero y
cumplan la Palabra que Jesús os dejó en la tierra.
Él fue el verdadero Papa que también caminó con vosotros, que fue
traicionado, entregado y asesinado en la Cruz por vosotros.
“En
la Iglesia donde os dejó la Luz, también os dejó la esperanza que donde hay
muerte, también hay resurrección. Es
por eso, que debéis dar gracias por vuestra Iglesia y por todos vosotros que
forman parte de esa Iglesia. Recordaos
que en la Iglesia, en el Santísimo Sacramento, Él os dejó Su Cuerpo, Su Luz,
el Agua que brotaba de Sus Entrañas, y Su Sangre que redimirá a todos aquellos
que verdaderamente caminen en la Luz y no en la oscuridad.
Pobres, pobre de aquellas criaturas que reniegan del amor de Dios, que
reniegan del Vientre Amoroso de vuestra Madre, que os trajo la Luz al mundo.
“Meditaos
en los Misterios del Rosario que os doy y viviréis verdaderamente el misterio
de la vida, del amor y de la entrega total.
Muchos de vosotros se sienten vacíos por la perdida de la grandeza de
los hombres que duermen el sueno hasta la resurrección.
“Orad,
Mis pequeñas criaturas, orad por la salvación de vuestras almas, de vuestros
hijos y de vuestras familias. Hoy,
muchos padres reniegan de sus hijos que salieron del mismo vientre, del mismo
templo que formó Dios en la tierra. Orad,
porque esos hijos como los llamó Mi Bien Amado Jesús, renegados que alimentan
a sus hijos con la leche materna y les dan su sangre y los cuidan y los elevan
hasta que caminan en ese mundo convulsionado en que vosotros vivís, después
olvidan el misterio de decir sí a la vida y no a la muerte.
“La
malignidad está suelta, tratando de arrebatar a todos aquellos que se dejan
envolver en las grandezas de la vida y en la pasibilidad del buen vivir.
Recordaos vosotros, de aquellos que no tienen ni siquiera un jarro de
agua para saciar su sed.
“Hoy,
a través de Mí Bien Amado y de los santos que os dejó para interceder por
todos vosotros os pido que oréis mucho, oren por vuestros hijos, porque
vosotros no sabéis cuando serán arrebatados de la tierra para dar cuentas a
Dios. Orad por la familia desunida.
Orad también por los hijos que son buenos que sí los hay.
“Den
gracias, Mis pequeños, porque todavía vuestra Madre Amantísima os aparece y
os seguirá apareciendo en todos partes del mundo, tratando de salvar a los que
se acerquen al Espíritu Divino de Dios a través de Mí Bien Amado.
Recuerden, orad siempre por todos los sacerdotes buenos y malos, enfermos
y sanos, porque llegará el momento en que todas las vocaciones sacerdotales serán
dañadas, porque los que entran a predicar la Verdadera Palabra de Dios son
perseguidos, maltratados y apartados de la Iglesia para que siga triunfando el
maligno que ha entrado en Ella a sentarse en el trono del Señor.
“Muchas
cosas verán vuestros ojos. Muchas
cosas pasaran, muchos perderán la fe, pero el que verdaderamente persevere en
caminar en la Luz, recibirá la Gloria del Señor.
“Ahora
os dejo, pero permaneceré con vosotros hasta que la ultima criatura que haya
venido reciba la bendición en espíritu y en verdad del Bien Amado y de vuestra
Madre Amantísima.
“Recordad
que hoy vosotros tenéis dos santos más en el cielo.
Bendiciones por vuestro Papa, Juan Pablo Segundo, por él y en él,
siempre a través de Jesús y de vuestra Madre Amantísima.
Amén, amén, amén.
“Para
terminar, os pido que oréis por todos los países, ya que se levantarán en
guerras injustas para que el anticristo gobierne la tierra.
Cuando eso llegue, será el principio del fin.
Amen.”