Mensaje
Mensual de Nuestra Madre Amantísima para todos sus Hijos
Junio
13, 2004
Hoy,
la Virgen viene vestida de blanco y azul.
“Mis
pequeños, Mis bellos pequeños, vuestra Madre os ha hecho esperar todo el
Rosario para leer en cada uno de vuestros impacientes corazones todas las
quejas que traéis en él. Vuestra
Madre en este día especial, abrazada al Sagrado Corazón del Bien Amado os
trae un Mensaje de Amor y de Paz para cada uno de vosotros.
No os imagináis cuántas cosas vuestra Madre, en Espíritu, os
regala a todos aquellos que venís con fe y con amor a recibir los Mensajes
de Jesús.
“¿Sabéis
por qué vuestra Madre esperó tanto para daros el Mensaje?
Porque os quiero decir en este doloroso Misterio para Mi Corazón,
cuanto lloré, cuanto sufrí viendo cómo los pedazos de Piel de Mi Bien
Amado se confundían con el polvo de aquel Getsemaní, en la Vía Dolorosa,
la Flagelación, la Coronación, el Vía Crucis donde se cayó tres veces y
dejó Su Sangre y Su Piel.
“Allí en esa tierra donde Jesús cayó tres veces, donde derramaba a cado
pasó Su Sangre, Su Piel, está el verdadero Corpus Christi.
Ese Cuerpo que fue flagelado, maltratado, despedazado, se quedaba en
aquella tierra y vuestra Madre Amantísima recogía esa Piel que después
cuando Él Durmiera por tres días se Levantaría y sería ofrecida como en
la Última Cena como un regalo de Amor para cada uno de vosotros.
Al igual que en aquel tiempo se resquebrajaba la Piel del Bien Amado,
hoy también vosotros la lapidáis cada vez que indignamente tomáis el
Cuerpo de Jesús en vuestras manos. Vosotros
hacéis que Jesús de nuevo sufra lo mismo que sufrió en el Calvario.
Meditad, Mis pequeños. Mientras el hombre no de Gloria y Honra al
Cuerpo y la Sangre de Jesús, no debéis orar al Corpus Christi que es la
Sagrada Eucaristía.
“Cuando vuestros sacerdotes hacen la Consagración en el altar, el Espíritu
Santo baja y se convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Mi
Bien Amado, no ultrajéis más el Cuerpo de Jesús.
Jesús y vuestra Madre no dejan de llorar por los pecados que hay en
cada uno de vosotros. Vais al
templo y se dais golpes en el pecho durante la Misa confesando: Yo pecador
me confieso. ¿Qué confesáis
si ninguno siquiera pisa el santísimo lugar donde vuestros sacerdotes deben
confesar, ya que también se han olvidadle de eso?.
“Esto
que os digo, Mis pequeños, es un Mensaje de Amor, que es un regalo de Mi
Amado Jesús. No lo lastiméis
más. Confesaos, comulgad, pero
con verdadera devoción, ya que
ni siquiera se reparte el vino que es la Sangre; se perdió el vino del
uvero que significa la Sangre de Jesús.
¿Dónde esta? ¿Quién
se la bebe?
“Hoy
estoy triste porque cada sufrimiento de vuestra Madre y de Mi Bien Amado
caerá sobre cada uno de vuestros corazones.
Es por eso que vuestra Madre sale en todas partes del mundo buscando
la atención de sus hijos para que vuelvan a la verdad y al Camino de la
Luz.
“Orad.
Cada vez que vosotros recibís en los medios de comunicaciones en el
mundo una aparición Mariana, regocijaos porque lo que os espera no os dará
tiempo para arrepentiros, si no dejáis de ofender al Santísimo Sacramento
en el altar. Recordad este día,
os aseguro que esta generación apóstata, incrédula, negadora de la verdad,
no pasará sin que muchos vean como se derrama la justicia para el que
infringe la Ley de vuestro Padre.
“Orad.
Momentos difíciles se acercan.
Orad, pero con fe y con amor. ¡Ay
de aquellos, dice Jesús, que hagan tropezar a una de las pequeñas
criaturas que verdaderamente tienen fe y creen porque en su corazón no
existe la maldad ni la doblez sino que cree porque tiene fe!.
¡Ay de aquel que no la tenga y haga caer a una de Mis pequeñas
criaturas, no os alcanzarán las lagrimas para arrepentiros de vuestras
maldades.
“La
paz no vendrá al mundo hasta que el hombre no se arrepienta totalmente y
vuelvan sus ojos a Dios, porque hoy al hombre le ofende tener una imagen de
la Virgen y la Cruz del Crucificado. Ya
no hallan dónde poner la fe porque nadie quiere hablar ni de Jesús, ni de
Maria, menos del infierno que SI existe y muchos verán y no podrán
escaparse de ese fuego eterno que os abrazará.
“Os bendigo en el Nombre del Padre y del Hijo del Espíritu Santo.
Amén. Continuad rezando
el Rosario, aun no me he ido...
“Os doy las gracias por haber orado el Rosario en Latín, habéis orado al
unísono con los Ángeles de la Corte Angelical.
Amén.”